lunes, 9 de septiembre de 2013

"Anónimo color café"

Con este relato he participado en el concurso de microrelatos del hotel Tudemir. Espero que os guste.
A las 11:15  crucé la puerta de aquel viejo hotel con mi abuelo, horas antes él había recibido un sobre color café sin remitente alguno. Simplemente ponía la dirección de este hotel y la hora de la reunión.
            -Maldita la hora en que acepté reunirme con el anónimo.
            -Cálmate, abuelo. En la carta ponía que al mediodía nos encontraríamos con él.
            -Pamplinas, en mis 40 de detective jamás acepté reunirme con un anónimo sin llevar conmigo mi viejo Colt.
            -Eso fue hace muchos años abuelo, ahora estás jubilado.
            -Desde que mi querida Diana desapareció juré no parar hasta encontrarla.
De aquello hacía ya 35 años, mi abuelo siempre recuerda aquel día de manera fotografía, nunca titubea en su descripción. "Era un día normal tan solo había llovido un poco por la noche, mi abuelo se levantó de madrugada al recibir una llamada, algo sobre unas prostitutas muertas (no le gustaba hablar de su trabajo, siempre acuñaba esa odiosa frase de "si te lo dijera tendría que matarte"). Mi abuela se supone que se levantaría unas horas después para acudir a la imprenta, pues tenía que llevar unos artículos para imprimir. O eso pensaba mi abuelo, ya que al volver  a la hora de comer no estaba... Esperó hasta la noche... no volvía.... Movió algunos contactos en la policía para encontrarla. Jamás volvió.
            -Son las 11:30 Leo.
            -Paciencia abuelo aún no es la hora.
            -¿Te imaginas que fuera la abuela?
            -Es posible abuelo, es posible....
           
            No, era posible.... El padre Nicolás ,cura del pueblo, enterró a mi abuela hace ya mucho tiempo tras la iglesia junto a la palmera. ¿que por qué está muerta? Mi abuela pertenecía al bando republicano y tras la guerra civil la pillaron con panfletos "prohibidos", fue violada y asesinada dejándola muerta en la calle como un perro. El padre Nicolás la encontró al día siguiente de la desaparición ya entrada la noche mientras cerraba el portón de la iglesia. Logró reconocer el cadáver pues ambos fueron compañeros en el bando republicano. De todo esto se enteró mi padre que nunca tuvo el valor de contárselo a mi abuelo. Yo lo sé todo por una carta que encontré en un cajón tras la muerte de mi padre. Esa carta, la cuál contaba la suerte de mi abuela, nunca fue enviada. El trabajo de entregársela a mi abuelo me había sido entregada a mí como una cruel herencia.
            -Son las 11:45 Leo.
            -Ya falta poco abuelo.
¿Tendría el valor de decírselo? ¿aquello que mi padre no fue capaz de decirle ¿Lo haría yo? El pulso se me empezó a acelerar las gotas de sudor se deslizaban por mi frente de forma constante. Intentaba concentrarme en cualquier cosa, me puse a contar las miles de flores de un gran cuadro de la pared.
            -¿Sabes que, Leo?
            -Dime abuelo.(tartamudeé).
            -Desde que la abuela desapareció tu sabes bien que no he parado de buscarla. Aún tengo la esperanza cada vez que me levanto de la cama de que tu abuela estará tumbada a mi lado.
            -Lo se abuelo, lo se...
Mi estómago era un campo de batalla. ¿Se lo diría? No sabía cuál sería su reacción, ni que haría después.
            -Son las 12:00 Leo.
            -Espera un poco más, ¿igual se ha retrasado?-Sabía yo bien que no era así.
En esos momentos odiaba a mi padre por haberse muerto y no habérselo contado él. La presión me estaba matando.
            -Abuelo es tarde, deberíamos irnos. Este anónimo debe ser obra de algún bromista (maldita sea mi cobardía).
            -De acuerdo Leo. Pero antes de volver a casa...
            -¿Sí?
            -Adelántate tu, yo voy a visitar a la palmera que hay detrás de la iglesia.

No me lo podía creer...¿Coincidencia? No lo creo. ¿Sabría que la abuela estaba enterrada allí? Si era así ¿por qué seguía buscándola? ... Me levanté y me sequé el sudor. Mientras caminaba a casa me paré junto a un puente y recordé una de las famosas frases de mi abuelo, que se me quedaría grabada para siempre: "las personas solo mueren cuando la gente que las amó se olvidan de ellas".